Desgraciadamente el campo es un negocio al aire libre en el que no lo protege ni Dios por mucho que le recemos, solo debemos de echar la vista atrás y ver que una tormenta de granizo termino con las cosechas de muchos de los agricultores extremeños este año. En un principio tanto seguros como gobierno pretendían hacerse cargo de los daños producidos, sin embargo a día de hoy y tras no se cuentos acuerdos esos agricultores aun no reciben nada, tan solo expectativas que no les sirven para pagar plantas, semillas, abonos, gasoil y mucho menos para comer.
El agricultor es el único trabajo junto al ganadero que viven de una producción anual, deben estar un año entero para una cosecha que pasa a la intemperie todo el tiempo. Por muy asegurado que este, por tormentas, incendios, daños, enfermedades, cualquiera de estos motivos puede ser la ruina de quien con su trabajo quiere salir adelante. Si a los bajos precios de mercado le sumamos los destrozos ocasionados por el clima el desastre es muy grande, ya no solo por aquellos campos que quedaron inutilizados, sino por aquellas producciones que con un mínimo trato ahora no sirven para el consumo. Tomates que fueron tocados por el granizo y que ahora están descoloridos o maíces que han minado su producción, frutales dañados que la única compensación posible es que las cuentas llegue al menos a los costes.
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